sábado, 1 de noviembre de 2008

Palabras destiladas y mecanismos epidérmicos



Irrespetuoso presagio de bocas voraces. Todo se reduce a esto, a mezquinos trozos de sí, a bocados tiernos, a brotes impalpables arrancados de cuajo. Reflejo en los ojos que se dilatan y devoran.
Hueco en el que pierdo cuerpo y olvido sustancia. Y al tiempo de pronunciarlo renunciar a destiempo y erguirse.
Se perpetuaba sin embargo, indiferente al hambre, un goce extinto.
Tragaba vértigos amargos, transpiraba amarillos suplicantes, destilaba arbitrarias palabras sueltas. La penumbra se Crispa, se vuelve para escrutarme, para hundirse satisfecha en la Intolerable presencia, para sudar el desamparo del fondo.

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